El programa se ha transformado en un referente de la región de Concepción. En entrevista con el Cóndor, su creador Patricio Coloma hace recuerdos de este ya largo período, en que La Hora Alemana acompaña periódicamente a una audiencia fiel, compuesta no tan solo por miembros de la comunidad chileno-alemana local.
¿Cómo se ha desarrollado «La Hora Alemana» a lo largo de los años?
Ello comenzó de la mano de dos grandes de la colectividad chileno-alemana, uno en Santiago y otro en Concepción. Arturo Junge, en la capital y en nuestra ciudad Günther Hohf. El primero de ellos en la Radio Prat de Santiago y el segundo en Radio El Sur de Concepción.
«La Hora Alemana» había nacido en la década de los cuarenta.
Posteriormente, luego de algunos años de silencio, don Mario Aguilera Bonn, lanza la idea en el año 1983 a Patricio Coloma junto a María Isabel Aguilera, iniciando en el 17 de octubre del año 1983 «La Hora Alemana», obra continuadora de don Arturo Junge y don Günther Hohf.
El principal cambio ha sido, sin dudas, el técnológico. Comenzamos cargando discos y grabando en reel (máquinas de cintas magnéticas). Luego, nos acompañó el cassette, pasamos al CD y finalmente el pendrive. Ya no cargamos discos, sino en un dispositivo diminuto tenemos todo el archivo musical y temático.
La forma de comunicarse con los oyentes también cambió. Comenzamos, en 1983, con cartas que los oyentes enviaban por correo a la casilla 273 de Concepción. También por aquellos teléfonos de línea con discado circular, ¡ay!, cuando se metia mal el dedo… ¡equivocado!, era muy simpático.
Con esos medios pasamos dos décadas, hasta que irrumpió la masiva tecnología e inmediatamete pasamos a un web y redes sociales.
Hoy, la radio de Hertz de aquellas décadas pasó a ser una radio full tecnológica. Tenemos todo lo necesario para estar en medio del embudo de las comunicaciones. Sitio web, redes sociales, comunicación y retorno al instante con los auditores, pero la radio sigue siendo la radio en www.lahoraalemana.cl.
Todos estos cambios significan incremento de profesionales. Por lo tanto, mayores costos, pero hablamos de inversión y no de costos.
Con todo aquello, evidentemente, aumentó notablemente la cantidad de oyentes del programa, lo cual es tremendamente positivo. Ello lo sacamos, domingo a domingo, de las estadísticas del sitio web.
¿A qué grupo objetivo está destinada «La Hora Alemana»? ¿Hay interacción con la audiencia?
Curiosamente, «La Hora Alemana» es tremendamente transversal. Cruzamos todo el espectro social y etario. Pocos programas de radio pueden decir eso. Generalmente, se hace un producto para un cierto grupo de personas, pero acá no. Aquí se refleja nuestro trabajo de cuarenta hermosos años. Cada domingo es un certamen, una prueba para la creatividad e ingenio para mantener una audiencia y atraer nuevos oyentes.
En «La Hora Alemana» trabajamos con cariño, amor, respeto y convicción por lo que hacemos y proyectamos. Interacción, claro que sí, eso es vital para un programa cultural, bilingüe e intangible, conectamos con las raíces.
¿Qué es particularmente popular entre el público?
Primero, permanencia, con lo cual se logra credibilidad, algo que no es menor. Tratamiento con seriedad de los contenidos. Se conecta la música con las crónicas. Se hace radio y eso gusta a los oyentes. Somos radio mil por ciento, no trasformamos la radio en TV, creo que eso es un atentado, borrando la imaginación que produce el medio radio.
¿Había emisiones especialmente importantes para tí?
Todas las emisiones son igualmente importantes, pero claro, quizás hemos trabajado muy bien los invitados que hemos tenido durante estos 40 años… es uno por semana. Tenemos un enorme archivo de la palabra. He guardado todo aquello, desde el programa número uno.
Por tal razón, he postulado a fondos de los medios en Chile, para digitalizar todo aquello, que no se pierda, pero he tenido respuestas, sinceramente «demoleradoras». La última postulación fue de este año y respondieron: que «’La Hora Alemana’ no es un medio de comunicación. Por lo tanto, no puede postular al Fondo de Medios», tengo los e-mails que respaldan eso.
¿Tienes algún cambio a futuro, proyecto o espectáculo especial planeado?
Ya cumplimos 40 años, la receta está en seguir paso a paso, buscando llegar a los próximos 40 años… por qué no.
Aquí, creo, cabe y muy bien el concepto de emprendimiento… precisamente en eso consiste en lograr la permanencia. Por lo tanto, La Hora Alemana es un empredimiento exitoso, que nació en 1983.
Hemos pasado un proceso de maduración, de crecimiento personal, un camino recorrido y por recorrer, en el que se han presentado obstáculos y dificultades, pero aquí estamos …
Muchas cosas dan vueltas por mi cabeza, pero lo más importante es seguir… caminando por esta senda.
Ah, y algo no menor, una gran noticia: Este año, la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de la Santísima Concepción por intermedio de su decano, el Dr. José Miguel de Toro Vial junto a docentes y alumnos, procederán a la investigación y realización de un libro sobre los 40 años de «La Hora Alemana».
Así, de esta forma, ayudamos a conectarse con Alemania… abriendo puertas… LinkedIn, red social orientada al uso empresarial, a los negocios y al empleo.
¿Qué te conecta con la cultura alemana?
La conexión es total de toda una vida.
Soy nacido y criado en el centro de Talcahuano. Viví, me desarrollé en el barrio alemán de la calle Aníbal Pinto.
Posteriormente, en 1983, hubo una conexión no menor. Como te contaba, comenzamos haciendo «La Hora Alemana» cuando estaba pololeando con María Isabel. Luego, nos casamos. Nacieron dos hijos: María Paz (1986) y Mario Andrés (1988) psicóloga y geólogo, respectivamente. Llegó la separación, lo único que saqué de la casa fue «La Hora Alemana».
Posteriormente, tuve un segundo matrimonio con Margaret Hirichs. Aquí nació Virginia María (1990), ingeniera comercial. También nos separamos el año 1997.
En la actualidad, me acompaña Beatriz Belmar y tenemos dos hijos: Sebastián (alumno de 8º) y Beatriz (alumna de 6º), ambos del DSC.
Cuando comenzamos con «La Hora Alemana», lo primero que hice fue matricularme (1983-1984) en el Instituto Chileno-Alemán de Cultura de Concepción, quería y necesitaba aprender la fonética.
El año 1984 viajé a Alemania gracias a una beca otorgada por Goethe-Institut de München a la sede de Mannheim. Estuve cuatro meses estudiando alemán y recorriendo Alemania.
En resumen, he visitado la República Federal de Alemania 24 veces. Tres de ellas ha sido invitación del Departamento de Prensa de la Embajada.
Acá, en Concepción, he pertenecido a muchas instituciones y he colaborado con otras tantas más. Por ejemplo: fui socio del Instituto Chileno-Alemán de Cultura, apoderado desde 1990 del DSC, presidente del Centro General de Padres 1996. Desde el 2014 a la fecha, apoderado del DSC, presidente durante 15 años de la Institución Social y Cultural Dresden, Club Deportivo Alemán. Fui socio en la década de los 90 y el año 2005 conceptualicé la marca que usa hasta hoy el Deportivo. Cabe señalar que fue un regalo a la Institución. Socio del DCB. Siempre colaborando con las damas alemanas, la Iglesia Luterana, Hogares de Estudiantes, Séptima Compañía y Quinta Compañía.
Junto a Agilolf Reisenegger, Rosemarie Rometsch y Alberto Hermanns formamos la actual agrupación de Instituciones Chileno-Alemanas de Concepción y la zona en el año 1996.
Fui colaborador del Cóndor desde cuando estaba Dieter Zecher como director, desde 1986 en adelante.
También aporté, en su momento, a la idea de la fiesta de la colonización de Contulmo junto con el alcalde del año 2000 don Eduardo Aguayo Thiele.
El año 1993, recibí la condecoración Orden al Mérito de Alemania. También, en el 2013 la Medalla Alberto Hermanns Hevia, que otorga la Liga de Instituciones penquistas. En 2014, el DCB destacó el trabajo cultural entre Chile y Alemania entregándome la Medalla Arturo Junge.
Curiosamente, también colaboré con don Arturo cuando hacíamos concursos musicales acá en el Teatro Concepción. De aquella siembra hay muchos profesionales músicos, que hoy entregan conocimiento a otros. Se hacía un muy buen trabajo.
Hoy es un equipo de diez personas el que compone «La Hora Alemana».
¿Hubo algo especial en tu trabajo en el último tiempo?
No quiero cerrar esta crónica, sin antes decir que en abril del año 2019 tuve un accidente cerebrovascular (ACV) que me dejó 20 días en el hospital y luego llegó la rehabilitación, pero «La Hora Alemana» siguió funcionando gracias a Werner Hohf, hijo de don Günther, quien tomó el mando y estuvo colaborado por espacio de casi un año.
De aquel ACV, hoy tengo un afasia residual y continuo con mis controles, medicamentos y exámenes de rutina. Muchos me dijeron que «había ido solo a tocar la campana». Claro que sí, hay que seguir haciendo cosas, ayudando, colaborando con la gente, pero sí bajé la intensidad laboral. Hasta ese momento, mantenía una Agencia de Publicidad, que nació, precisamente, con La Hora Alemana. Estuve en eso durante casi cuatro décadas, pero por salud tuve que bajar la fuerte presión laboral que se tiene trabajando en ese tipo de servicios.
Lo último que hice fue el anuario del Colegio Alemán de Concepción del año 2018 y el libro de los 150 años del Club Concepción. Dos grandes piezas gráficas.
Sería simpático, agradable, que llegaría en muy buen momento, si alguna persona o empresa se estusiasma para patrocinar «La Hora Alemana».
Pueden escribir a lahoraalemana@hotmail.com
Formuló las preguntas Silvia Kählert.