«Desde muy pequeña me interesó la ciencia y biología»
La doctora Marina Gaínza-Lein tiene 30 años y ya posee una larga trayectoria en investigación sobre epilepsia infantil. Nació en Valdivia y visitó el Colegio Alemán en esta ciudad. La «Chilena Joven del Año 2020» cuenta de su carrera, sus estudios y investigaciones en Canadá, los Estados Unidos y Chile y su nuevo trabajo en «Lifestyle Medicine».
Desde muy pequeña me interesó la ciencia y biología. Recuerdo en el colegio en primer básico me metí a una extra-programática con la profesora Sonia Videla y fuimos a buscar huevitos de renacuajos. En mi casa los cuidé en una fuente, le buscaba agua y comida en una laguna hasta que fueron ranitas. Fue muy bonito. En primero medio con dos compañeros, Theophil Kluge y Stefan Berg, supimos de la Feria Antártica Escolar, y con nuestra profesora de ciencia Cristina Villazón fuimos a biología marina en la Universidad Austral de Chile (UACh) y les preguntamos si podíamos hacer experimentos con ellos. Estuvimos en eso un año y fuimos a presentar el trabajo a Punta Arenas. Allá ganamos el primer lugar y un viaje a la Antártica que incentivó aún más mi interés por la ciencia. Entre segundo y cuarto medio con mi compañero Theophil Kluge fuimos al Centro de Estudios Científicos del Sur, donde Pamela Santibáñez y Gino Casassa nos permitieron investigar glaciares usando análisis biológicos. Fue tan enriquecedor poder vivir todas esas experiencias a tan temprana edad, y me mostraron que podía ser una mujer científica más adelante.
También me gustaba mucho el contacto con las personas y decidí entrar a la carrera de medicina en la UACh para combinar la ciencia con las personas. Avanzando en la carrera me di cuenta que me encantaba trabajar con niños y las áreas que encontré más interesantes fueron neurociencias-neurología. Así que temprano en la carrera pensé que tal vez podía gustarme la neuropediatría. Avancé varios años en la carrera y en la parte clínica. Pero empecé a echar de menos la parte más científica, así que postulé a distintas becas y rotaciones en el extranjero – sin mucho éxito. Le escribí a distintos neuropediatras investigadores hasta que una me respondió que podía trabajar con ella en Canadá. Congelé la universidad y me fui con una beca «working holiday». Trabajé en distintos restaurantes para financiarme y después de un tiempo allá también obtuve un sueldo de investigación. Aquí comencé a trabajar en epilepsia infantil. Descubrí que era una enfermedad muy común (un por ciento de la población) y aún con todos los avances, muchas veces bastante difícil de tratar. En Vancouver me quedé un año investigando y mandé mi trabajo principal a un congreso de la Sociedad Americana de Epilepsia. Fui el próximo año a presentar mi trabajo allá. Después me invitaron a trabajar en Harvard.
Volví a Chile, avancé con la carrera, saqué la licenciatura en medicina y me fui a Harvard a hacer un postgrado en investigación. En un comienzo tampoco habían muchos fondos, así que trabajé en paralelo. Luego ganamos un proyecto y me contrataron. Eso hizo que me pudiera quedar más tiempo, dos años en total. Allá hice un diplomado en bioestadísticas, tenía acceso a distintos cursos en la universidad. Fue un periodo de aprendizaje y crecimiento increíble. Me desarrollé muchísimo como investigadora. Trabajé muy duro. Comenzamos a publicar muchos papers de nuestro trabajo allá. A la vuelta terminé mi internado, mientras seguía trabajando con mi equipo de Harvard en paralelo, publicando los papers en los que había trabajado allá.
Cuando me titulé de médica cirujana me contrató la UACh como investigadora y me están financiando mi Magíster en Neurociencias que ofrece la Universidad de Chile. Posteriormente volveré a la UACh a trabajar como investigadora clínica.
Llegó la pandemia y cambió muchas cosas. Dio tiempo de reflexionar y aprender tantas cosas nuevas. Tiempo antes había hecho un cambio importante en mis hábitos de vida, me hice vegana por todos los beneficios que tiene al evitar la crueldad animal y también por las ventajas de salud y medioambientales. Me formé en alimentación basada en plantas y me interesé profundamente por los estilos de vida. Conocí una nueva especialidad que comenzó hace poco tiempo en estados unidos que se llama «Lifestyle Medicine». Esta especialidad busca por medio de evidencia científica prevenir, tratar o curar enfermedades relacionadas a los hábitos de vida: Alimentación, ejercicio, higiene del sueño, manejo del estrés, relaciones interpersonales y consumo de sustancias nocivas. Me certifiqué por la «International Board of Lifestyle Medicine». Abrí una consulta online y he visto muchos pacientes, adultos y niños, que están haciendo cambios en sus estilos de vida para estar más saludables.
Pensaba entonces cómo combinar estas dos áreas que tanto me gustan – las neurociencias y estilos de vida. Me gané una beca para realizar el Doctorado en Ciencias Médicas de la Universidad de Chile, donde quiero hacer mi tesis en la relación que existe entre los hábitos de estilo de vida, la microbiota intestinal y la epilepsia.
Aparte de eso en mi tiempo libre me encanta salir con mi perrita Morita. Tengo una huerta en mi balcón que me gusta mucho cuidar y ver crecer. Disfruto cocinar rico y saludable y con muchas plantas diferentes. Me gustan las manualidades, actualmente estoy explorando la acuarela. Gozo también la meditación y el yoga. De deportes el que más hago es bicicleta: Me voy a todas partes en bici y he viajado en bicicleta distancias largas. También me encanta el trekking.