«El sueño era vivir en una parcela»
Vive en Pinto, donde pasa su confinamiento junto a su marido. Atiende sus deberes a distancia como profesora particular de alemán y traductora. Hace un año descubrió la Escuela Artística para dar rienda suelta a su faceta de grabadora y ahora literaria, que es su mejor compañera en casa.
Por Catalina Garcés Rondanelli
Hace 35 años, Domenika Kratzborn eligió a Chile como su país de residencia. Desde München viajó como turista a Santiago, donde conoció a un hombre que conquistó su corazón y con el cual inició un proyecto de vida. Conformó su familia y aunque con el paso de los años se separaron, Domenika no regresó a Alemania. Ha desarrollado distintos aspectos de su vida y actualmente vive en Ñuble, en la cordillerana comuna de Pinto, pero su central de operaciones es Chillán.
Pasa la crisis sanitaria en su parcela, por lo que ha debido readecuar su agenda a las videollamadas, además de las sesiones guiadas de grabado, que ahora no puede practicar presencialmente en la Escuela Artística Claudio Arrau León. Allí se forma con el destacado licenciado en arte Christian Rodríguez, quien por el aislamiento social supervisa los avances de sus alumnos desde la distancia.
En 2019, Domenika encontró en la Escuela Artística el lugar donde seguir desarrollando los talentos que ya había empezado a formar en su juventud, cuando aún vivía en Alemania. Tiene buenos amigos ahí, ha montado exposiciones colectivas, lo que además complementa las labores que desarrolla como traductora y profesora particular de alemán. Su profesión de psicopedagoga también ha incidido en el desarrollo pleno de todas las tareas que asume.
Múltiples tareas
«Nunca quise quedarme en la casa haciendo mermeladas. Me gusta salir, así que de a poco fui estableciendo mis lazos y tengo mucho que hacer: escribir cuentos, xilografía en casa, subtitular videos para mi hijo, tareas de casa, jardín, revisar las redes sociales, etcétera, etcétera», relata con un muy buen ánimo, mientras guarda confinamiento riguroso.
Siempre se ha desarrollado en ambientes muy artísticos y culturales. Tiene altos conocimientos en literatura, en bellas artes y principalmente un apetito insaciable por disfrutar las creaciones de grandes talentos de la historia.
En Chillán también se relaciona con algunas instituciones culturales, que en ocasiones la han contactado para trabajos de traducción de textos en alemán, como es el caso del Museo Claudio Arrau León. Las características de la ciudad como cuna de héroes y artistas, constituyen otro punto de atracción, por el que se siente satisfecha de su situación actual.
Sueños en la maleta
Los rasgos viajeros de Domenika Kratzborn caracterizan a toda su familia antecesora. A comienzos del siglo XX, su bisabuelo fue el primero que emigró desde Hamburgo, tras lo cual las generaciones se han establecido en distintos países de América Latina. Algunos han vuelto a Alemania, pero Domenika sigue en Chile y su madre en Argentina.
El fin de su primer matrimonio fue la primera vez en que esta multifacética artista sintió que era hora de volver a sus raíces. Pero al mismo tiempo, reflexionó acerca de la cercanía física que necesitaban sus hijos con su padre, así que se quedó. Su segundo matrimonio duró quince años y actualmente está en su tercera relación importante, que lleva ocho años.
«Desde el aislamiento por el covid-19 me he sentido diferente, con más significado y apego a la parcela. Y he iniciado ese proyecto largamente postergado: el de escribir. Está dando frutos gracias al confinamiento, porque el arte necesita a veces del aislamiento y cero distracción. Eso me ha llevado a no pensar más en regresar a Alemania», relata.
Sus hijos son Francisco (29), Felipe (28) y Sebastián (22). Dos de ellos viven actualmente en Alemania y es muy probable que el tercero también se vaya. Incluso el menor se destaca como basquetbolista de alto rendimiento en la Bundesliga. Por ahora, a sus 58 años, el corazón de Domenika vibra cada día en Chillán, con la satisfacción que le genera hacer lo que más le gusta.
Idiomas como llave
Sus comienzos laborales en Chile fueron como secretaria en diversas entidades, ya que su dominio de cuatro idiomas le ha abierto puertas. No ha tenido problemas para encontrar trabajo. Intentó sumarse al equipo docente del Colegio Alemán de Chillán, pero finalmente su opción como profesora particular le da una mayor libertad para distribuir sus tiempos.
«Desde que llegué a Chile, conocí el sur y dije ‘esto es lo mío’. Con ninguno de mis exmaridos me resultó venirme al sur. El sueño era vivir en una parcela y es lo que tengo ahora. Tampoco tan lejos de la ciudad, para ir y venir de mis trabajos», comenta.
A sus 58 años, Domenika Kratzborn repasa los principales episodios de su vida, que ha sido muy ajetreada. Cuando tenía apenas 22 años, por amor abandonó una carrera que ya estaba a punto de terminar en la Universidad de München, y se radicó en Chile. Piensa que, si volviera el tiempo atrás, no repetiría esta decisión. Pero ahí está la magia de la madurez, pues cada uno de sus pasos le permite sentirse plena en la actualidad.